En el laberinto de la política española, un fantasma recorre los pasillos del poder: el fantasma de la ultraderecha. Así como hace unos años, apareció la izquierda radical, en medio de una crisis económica muy fuerte como fue la de 2008, ahora asistimos, con la misma preocupación, al ascenso de la derecha radical, un fenómeno que convoca análisis, debates y, sobre todo, preguntas. El Diario del Yeyo se pregunta, porqué un número cada vez mayor de ciudadanos se siente atraído por este espectro político.
La respuesta, creo, no reside en una única causa, sino en un complejo entramado de factores que se entrelazan y potencian mutuamente. Y para entenderlo, es imprescindible mirar hacia atrás, a las lecciones que nos dá la historia.
Los movimientos políticos radicales, sean de izquierdas o de derechas, suelen emerger como respuesta a periodos de crisis. Crisis económicas, sociales o, como parece ser el caso actual, una combinación de ambas. Pero también, y esto es fundamental, crisis morales. Momentos de desconfianza en las instituciones, de descrédito de la clase política, de una sensación generalizada de que el sistema no funciona.
En el pasado, la historia nos ha demostrado que, en tiempos de inestabilidad, la población busca desesperadamente soluciones, por muy extremas que estas puedan parecer. La crisis de la Segunda República, el auge del fascismo en Europa en el siglo XX, el ascenso del nazismo en Alemania... Todos estos fenómenos tienen un denominador común: una profunda crisis económica, una sociedad polarizada y una clase política incapaz de ofrecer respuestas efectivas.
En este contexto, el discurso radical, con su promesa de soluciones rápidas y contundentes, suele encontrar un terreno fértil. La ultraderecha, con su mensaje de orden, seguridad y defensa de la identidad nacional, se presenta como una alternativa a la "decadencia" percibida.
Volviendo al presente, observo una desconexión palpable entre las políticas gubernamentales y las aspiraciones de una parte significativa de la ciudadanía. Se percibe, y permitirme la crudeza, un gobierno que parece legislar para minorías, para aquellos grupos que, en la ecuación política, resultan imprescindibles para mantener el poder. Y no es mi intención deslegitimar la atención a esas minorías, pero el problema surge cuando esa atención se erige como el único objetivo, dejando de lado las preocupaciones de la mayoría. Y esa mayoría se cansa.
El resultado es un caldo de cultivo propicio para el crecimiento de la ultraderecha. Ciudadanos que, sintiéndose ignorados, desatendidos o incluso traicionados, buscan en otras opciones políticas una respuesta a sus inquietudes. Una respuesta, a menudo, basada en el nacionalismo, en la defensa de la identidad y en la reivindicación de un concepto de España que, para muchos, se ha ido diluyendo.
No se trata de justificar, ni mucho menos, las propuestas de la ultraderecha, sino de comprender las razones de su éxito. Veamos las cosas con cierta objetividad, dejemos de lado las ideologías e intentemos comprender a toda esa gente que se decanta por las opciones ultraderechistas. Es preciso analizar si las políticas actuales, con su enfoque en ciertos temas y su aparente desdén hacia otros, han contribuido a este fenómeno. Si este gobierno ha olvidado, por ejemplo, que la identidad nacional, la seguridad y la prosperidad económica son preocupaciones legítimas que requieren una atención constante; o por el contrario, estos temas no suponen una urgencia para el actual ejecutivo, pero si lo son aquellas medidas que afectan de manera directa y provechosa a aquellos grupos, normalmente nacionalistas, a los que benefician a cambio de sus votos en el Congreso, para mantenerse en el poder. Esa es la clave, esa es la idea que perciben muchos ciudadanos, y por ello se inclinan hacia el lado derecho del espectro político, e incluso muy a la derecha.
La clave, creo, reside en la reflexión. En un profundo ejercicio de autocrítica por parte de aquellos que ostentan el poder. Estos deben reflexionar si lo que están haciendo en realidad, es lo que la mayoría de los españoles necesitamos. Pero no hay que huir hacia la izquierda, como he leído por algún sitio, no hay que insistir en las políticas progresistas, o acentuarlas todavía mas. Es justo lo contrario, es necesario un cambio de rumbo, un giro de 180 grados, una reevaluación de las prioridades, que contemple las preocupaciones de todos los españoles, incluidos aquellos que hoy, con su voto, se inclinan hacia la ultraderecha.
Los que hoy están ejerciendo el poder, deberían reflexionar si la política tan escorada a la izquierda que están realizando, es la que quieren la mayoría de los españoles. ¿No será mejor volver al espacio más moderado, y más centrado de la verdadera socialdemocracia, no la que nos están intentando vender, sino la auténtica, para intentar recuperar a toda esa bolsa de votantes que se están decantando por la ultraderecha? Sinceramente creo que, si insistes en la política tan radical de la actualidad, mas votos se irán hacia la ultraderecha, con lo cual su crecimiento aun será mayor. Es por eso por lo que yo me hago una pregunta, ¿Quién es el auténtico responsable de que esté creciendo la ultraderecha?
Y eso me lleva a otra cuestión tan importante o más si cabe. ¿Lo están haciendo a conciencia? Porque claro, eso les retroalimenta, pues les permite inyectar en ciertos segmentos de la población el miedo a la ultraderecha. Y así, mantener un buen caladero de votos fiel a sus posturas, aunque sea a través del miedo a lo desconocido y oscuro de la ultraderecha. ¡Puestos a pensar mal...!
Yo tengo una teoría al respecto, que os ruego, lectores del Diario de Yeyo, me permitáis exponeros. Es la teoría del balancín.
El espectro político español es como un balancín, de esos que hay en muchos parques infantiles, en los que hay una madera que flota sobre un centro rígido, y se equilibra por el centro y bascula en función del peso que recae sobre cada uno de los lados. En el lado izquierdo está la socialdemocracia, o sea, el socialismo moderado, centrado y mesurado, que ocupa la parte más cercana al centro del balancín, en su parte izquierda; y también la izquierda radical, cuyo espacio se acerca más al extremo de la madera, siempre en el lado izquierdo del columpio. En el lado derecho, se encuentra la derecha más moderada y centrada, en la parte de la madera que está más cerca del centro del balancín, y también la derecha más radical, también llamada ultraderecha, que ocupa el extremo del balancín dentro de su espacio derecho.
Mi teoría, consiste en que ese balancín, debe mantenerse en equilibrio, esa es su situación ideal. Para que ese equilibrio sea real, las fuerzas políticas que están subidas en el columpio deben mantener una línea de acuerdos y contrapesos, que hagan que el equilibrio se mantenga. Las actuaciones gubernamentales deben mantenerse en la zona centrada del balancín para que no haya un desequilibrio. Por eso el mejor equilibrio es el que se produce cuando pactan los partidos más moderados del espectro político ya sean de izquierdas o de derechas, para que las fuerzas que se ejercen sobre el centro del balancín no alteren el equilibrio del columpio. Así es como se hace la buena política, la que es útil a la mayoría de los ciudadanos. De esta manera el voto se concentra entre esos dos grandes partidos; el bipartidismo, en definitiva. Y si se produce algún sobrepeso hacia alguno de los lados, sobre todo hacia los extremos, mi teoría indica que debe producirse un peso igual o mayor en el lado contrario del balancín, también en el otro extremo, para que vuelva el equilibrio al columpio, y se restablezca la normalidad.
Pues bien, si aplicamos esta teoría a la situación política española actual, el balancín en cuestión, se ha escorado mucho hacia la izquierda por la política de pactos de este gobierno, con las izquierdas radicales; esto ha hecho que se apliquen políticas demasiado izquierdistas, demasiado progresistas, demasiado radicales, para un buen puñado de españoles situados en el centro izquierda y centro derecha del balancín, que consideran que no es lo mas acertado. Es por lo que se produce un trasvase de ciudadanos desde otras opciones del centro del balancín, hacia las partes más extremas del lado derecho del columpio, para intentar compensar ese sobrepeso que se está produciendo en el lado izquierdo. Quien es el que ha ejercido esta fuerza sobre el lado izquierdo del balancín? Esa es la pregunta que todos nos debemos hacer. ¿Quién la ha ejercido, porqué, para qué?
La respuesta la sabremos en las próximas elecciones. Ahí comprobaremos si el equilibrio de fuerzas vuelve a su ser, o se mantiene la presión sobre el lado izquierdo del columpio. No debe descartarse una presión tan grande hacia la derecha, que permita que el columpio, bascule hacia ese lado con tanta fuerza, que se establezca un gobierno de derecha y ultraderecha, y requiera un esfuerzo enorme por parte de la izquierda para presionar hacia su lado e intentar recomponer el columpio. Eso lo haría a través de manifestaciones y protestas en la calle, aunque la asistencia no sería tan mayoritaria, pues la mayoría estaría en su contra. Pero el esfuerzo lo harían.
El equilibrio entonces no retornaría hasta que las verdaderas fuerzas de centro y moderadas, de izquierdas y de derechas, se pusieran de acuerdo y gobernaran para todos los españoles. Pero quizá debería haber algún cambio de ideas y de personas en el PSOE, para que eso pudiera ocurrir. No veo yo al actual PSOE, actualmente tan escorado a la izquierda, haciendo una catarsis tan profunda que provocara un acercamiento hacia las posiciones centradas de la derecha para que ese equilibrio vuelva a su ser. ¡Eso sería lo ideal!
Al final, la política es un espejo. Un espejo que refleja, con mayor o menor nitidez, la realidad social. Y si la imagen que vemos en ese espejo es la de una sociedad dividida, fracturada, es hora de preguntarnos: ¿quién ha roto el cristal? Y, sobre todo, ¿cómo podemos volver a recomponerlo? ¿Cómo podemos, desde la memoria histórica, evitar que el pasado se repita?
¡¡Hasta la próxima!!
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4 Comentarios
No estoy de acuerdo con tu análisis en muchos puntos. Primero a lo que llamas ultraderecha, VOX para mí si representa la respuesta que tú mismo das "con su mensaje de orden, seguridad y defensa de la identidad nacional, se presenta como una alternativa a la "decadencia" percibida." Me parece un discurso coherente y que da respuesta a lo que quiere la gente.
ResponderEliminarEn segundo lugar en el balancín que dibujas, no puedes poner a todos los partidos ya que muchos son anticonstitucionales
,antimonárquicos y antieuropeístas, por lo tanto no deberían jugar. Y luego el PSOE que estamos viviendo no está ni por asomo cerca del punto de equilibrio, se está cargando la división de poderes , no tiene presupuestos, gobierna a golpe de decreto y es el culpable como en guerra civil de dividir España y llevarla a una situación muy peligrosa. Si no fuera porque está Europa y EEUU, seríamos parte de un delirio muy casposo como es la internacional socialista, y de la revolución bolivariana
Pues yo si estoy de acuerdo, diría que en un 90 por ciento con el análisis tuyo Yeyo, es como si lo hubiera escrito yo. Solo hecho en falta recordar la parte del culpa del PP tanto por.su gestión años atrás, como.pormsu radicalizada situación actual basada también en querer gobernar a toda costa igual que el PSOE, o más bien Pedro Sánchez. Y añadiría también que Vox se limita a recordarnos lo que ya sabemos, que todo va mal, que todo es una mierda, pero cuando.ha tenido ocasión de hacer algo, Valencia, Castilla León, no ha hecho nada, con tal de no desgastarse, y por supuesto que.la gene no está queriendo ver el.discurso verdadero de Vox, verdadero y peligroso. Soy el.primer anti Pedro Sánchez y anti su gestion basada en matenerse en el.poder a.toda.costa, pero nunca, nunca, un partido como Voz debe ser la solución. Y por terminar los partidos grandes tienen en su.mano cambiar esto, con un pacto de estado para los temas importantes, educación, Sanidad, seguridad, paro, etc,,pero no les interesa porque está en su.animo.mandar no gobernar y hacer lo que deberían que es velar por los.ciudadanos, quienes por cierto les pagamos su abundante sueldo. Lo dicho enhorabuena por tu artículo.
ResponderEliminarGracias Cesar por leer el artículo, y por participar activamente en el blog. Me alegra que compartas mi opinión, y lo celebro enormemente. Solo quiero hacer un apunte a ese 10% que no compartes conmigo. Yo no creo que el PP esté en el querer gobernar a toda costa, pues si hubiera querido, ahora mismo estaría gobernando. Con darle a Junts, lo que si le ha dado Pedro Sanchez, estaría en la Moncloa. Pero no quiso. Y no hace falta recordar, que fue el PP, el que ganó las elecciones, y solo un puñado de votos, le impidió llegar al poder. En lo que si estarás de acuerdo conmigo, es en que es Pedro Sánchez el que se agarra al sillón como una lapa. Y de ahí no lo sueltas ni con agua caliente. Un saludo Cesar, y repito, gracias.
EliminarHola Mari Paz, aunque sales como anónimo, sé que eres tú, por el Facebook. Ante todo, quiero agradecerte que hayas leído el post, y me hayas contado tu opinión, la cual valoro mucho, y acepto encantado. Bueno, me centraré en contestar tu comentario. En cuanto a lo que significa Vox, en mi opinión, y en el de muchísima gente, son un partido radical de derechas, y por tanto populista, igual que Podemos o Sumar, no lo olvidemos, que se ve obligado a proponer medidas demasiado “bonitas” para todos aquellos que están desencantados con el sistema, para atraerlos a sus terrenos políticos. Pero esas medidas tan “bonitas”, son demasiado difíciles de implementar, se toparían contra el “régimen establecido”, e incluso contra mucha gente de este, nuestro querido país, que ha avanzado en una dirección demasiado, como para echar marcha atrás ahora. Yo también comparto contigo que la dirección que hemos tomado no es la correcta, pero para cambiarla, hay que hacer mucha pedagogía, e ir poco a poco, con mucha moderación. E incluso, si no puedes con tu enemigo, únete a el. En ciertas cosa, no queda otra. Vox en el gobierno, sería como un elefante en una cacharrería. De acuerdo que hay que tomar un cambio de rumbo, lo digo en el post, pero hay que hacerlo poco a poco, con sentido, mostrando las cartas, informando bien, e intentando convencer de que el cambio es lo correcto. Y todo eso se corrige con moderación, con suavidad, poco a poco. Vox, no es la solución. Pero como te digo una cosa, te digo otra, tampoco lo es estar como estamos ahora, como bien dices, sin presupuestos, con la separación de poderes rota, y con una división entre españoles, totalmente palpable. Yo aun añadiría mas a lo que tu comentas, y es que pactando con los partidos nacionalistas e independentistas, están rompiendo la unidad de España, poco a poco, a base de deshilachar las costuras, para que llegado un día, de pronto, algún indeseable, coja el traje, y lo parta en dos, con un simple estirón. Y eso, no debemos permitirlo. Hay que corregirlo, hay que dar marcha atrás en esas medidas. Pero la Constitución permite la existencia de estos partidos. Y nosotros, los constitucionalistas, debemos respetarlo. Tienen derecho a existir, y a apoyar a quien les de la gana. Por tanto, deben salir en mi balancín. Y si te fijas en el dibujo, el PSOE está en la misma roca que los demás partidos de izquierdas, justo en el extremo izquierdo. Se ha radicalizado. Por eso, hay muchos simpatizantes socialistas de bien, que apoyan la socialdemocracia, la verdadera socialdemocracia, la opción moderada del socialismo, que se han quedado huérfanos de opción política. En mi balancín se han quedado sin peso político, no tienen ninguna influencia. Son esos socialistas desencantados los que yo reclamo, que hagan una reconversión, y apoyen el centro derecha, para que el balancín encuentre el equilibrio, poco a poco. Con el PSOE en la oposición ya tendrán tiempo de hacer una catarsis, y un viaje hacia el centro que les reclama el país entero. Porque si no, la otra opción es que la mayoría de votantes se decante por Vox, o una coalición PP-Vox, y entonces tengamos más enfrentamiento, más odio, más rencor, y gobernar contra el enemigo, contra los rojos, y no para los españoles. Hay que deshacer lo que estos han hecho, muchas cosas sí, pero con conocimiento, sin enfrentamientos, sin rencores, poco a poco. Yo defiendo el gobierno de la mayoría, la gestión para la mayoría de españoles, sin olvidar las minorías, aunque estas han sacado tanta tajada, que si no se les atiende por un tiempo, tampoco pasaría nada. No olvidemos que estamos hablando de España. De nuestro país, y todos, sean de la ideología que sean, somos españoles, y el gobierno debe ser de todos, no de los suyos, como ahora. Esa es mi opinión, mi querida amiga. De eso se trata en este blog, de que la gente se exprese como quiera, pero con respeto. Te mando muchos besos. Espero que me sigas leyendo. Gracias.
ResponderEliminarComenta lo que quieras. Pero sin insultar, y siempre con respeto