Según la fuerza de voluntad, y desde el punto de vista laboral o profesional, considero, desde mi humilde punto de vista, que hay tres tipos de personas:
- Los primeros, los que se esfuerzan, se
sacrifican, y trabajan para conseguir un objetivo, tienen claro lo que buscan, y pelean y son constantes en la consecución de ese fin; no tienen asegurado el
éxito, no es una condición sine qua non, para conseguir el propósito deseado,
pero desde luego sí están adquiriendo mas papeletas para lograrlo, y tienen mas
posibilidades para ello. En resumen, es mas fácil conseguir un objetivo si te
esfuerzas en lograrlo, que si no lo haces.
Los segundos, pues ahí están, a verlas venir. son los que no mueven un dedo por conseguir algo mínimamente deseado, y que siempre añoran conseguir, aunque sea regalado por el destino, o por el universo, como decía aquel. Se quejan de lo injusta que es la vida que les ha tocado vivir, pero son incapaces de hacer algo que les libere de esa injusticia. Estos, a no ser que un golpe de suerte les ayude, no conseguirán nunca nada, pues no se esfuerzan lo más mínimo por lograrlo.
El tercer tipo de personas, son los demás, los que se encuentran en un término medio, los que luchan y se esfuerzan en el día a día, por conseguir esos pequeños propósitos cotidianos, como son el trabajo, la familia, los amigos, etc. que cuesta conseguir cada día; pero cuando se refieren a los grandes objetivos vitales, como por ejemplo sacar una carrera, un futuro mas cómodo, un trabajo mas llevadero, una preparación para conseguir mejoras en la vida, nos entra la pereza, nos acomodamos, somos capaces de ver lo bueno que tenemos en esta vida, y negamos los parabienes que nos pueda ofrecer la vida alternativa, incluso, somos capaces de pensar que aun esforzándonos, no tenemos asegurado el éxito, y eso hace que nos rindamos enseguida a la primera piedra que encontremos en el camino.
Antes de que vosotros, lectores, busquéis en que grupo os
encontráis, quiero ser yo el primero que me sitúe entre estos últimos. No soy
un inconformista, luchador, que quiero cambiar radicalmente mi vida para
mejorarla, en todos los aspectos, no soy ambicioso, ni anhelo más riquezas ni
parabienes que los que tengo ahora; pero tampoco soy un quejica, que se queja
de todo, pero no hace nada por cambiarlo. Me considero, como casi todos, un
luchador del día a día, conseguir esos pequeños objetivos que se me presentan
cada día, como son, por ejemplo, cumplir con mi jornada laboral, los hijos, o
los nietos en mi caso, tener a mi mujer contenta, mis pequeños placeres, como
son, por ejemplo, escribir en este blog, y bueno, seguro que a todos y cada uno
de nosotros, se nos ocurrirán mil propósitos diarios que te mantienen ocupado y
luchando por ellos en el día a día.

¡Y claro que he tenido grandes sueños, como todos! Pero por la razón que sea, no he sido capaz de luchar por ellos. O la vida se te ha presentado de otra manera, o yo mismo me he resistido a luchar por ese sueño. El caso es que me hubiera encantado ser informático, estudiar una carrera de ingeniería informática, y haber trabajado en ese vasto campo, pero no he sido capaz. Suena a excusa, y además de las baratas, pero llegué un poco tarde al mundo de los ordenadores, y eso que cuando los descubrí, tenía como 25 años, o sea toda la vida por delante para prepararme, pero decidí entrar en ese mundo de la forma mas cómoda, a mi aire, y claro, lo que hice fue dejar pasar el tiempo, y finalmente perderlo. Lo que sé ahora, lo he aprendido yo solo, pero no es suficiente para trabajar en un mundo tan especializado como es el de la informática.
Y, tal y como reflejo en el título del post, todos esos
sueños laborales que tenemos, ¿realmente nos los merecemos? Cada uno que piense
lo que quiera, con arreglo a como le ha ido o le va en la vida. Si se los
merece o no, es un asunto personal de cada uno, y que cada uno reflexione en su
fuero interno, sobre este tema. Yo, personalmente, creo que no me los merezco,
pues no he sido capaz de luchar por ellos; pero tampoco me siento un fracasado.
Ahora, con los años que tengo, y toda la experiencia adquirida a lo largo de mi
vida, me arrepiento de no haber sido de ese primer grupo de personas que son
capaces de luchar por sus sueños. En realidad, los admiro. A esos trabajadores
especializados, que han estudiado una carrera, o una oposición, y han optado a
un puesto de trabajo, acorde con sus estudios, ya sean jueces, ingenieros,
arquitectos, o funcionarios, etc. ¡Enhorabuena! A esos trabajadores autónomos, que, sin tener
tanta preparación, sí son capaces de sustituirla por tesón, trabajo,
sacrificio, y esfuerzo para salir adelante en el día a día, e incluso, poco a
poco, con el tiempo, ir mejorando sus condiciones de vida. ¡Bravo por ellos! O
los pequeños empresarios, que son capaces de arriesgar su dinero y su tiempo,
por un proyecto, que, no saben si va a salir adelante, o va a fracasar. Deben
dedicarle todo su tiempo, dinero y esfuerzo en sacarlo adelante. Incluso
participan del bienestar del país, creando puestos de trabajo, y generando
riqueza. ¡Bien hecho! También admiro a todos aquellos que han nacido con un don, y son
capaces de mejorarlo, y desarrollarlo a lo largo de su vida para conseguir ser
de lo mejor en su puesto, como son, por ejemplo, los artistas, los deportistas,
y todo aquel que para desempeñar alguna tarea necesita unas aptitudes innatas.

Pues bien, igual que digo una cosa, digo la otra; no me gustan todo ese tipo de personas que solo saben que regruñir, quejarse, protestar por una vida mejor, pero son incapaces de mover un dedo, hacer algo, por evitarlo, por mejorar. Son conformistas, se creen con el mismo derecho que los demás a tenerlo todo, y en esta vida, las cosas no se regalan, cuestan algo, dinero, esfuerzo, trabajo o sacrificio. Por eso entiendo que las cosas son para quien las merezca, soy partidario de la meritocracia. El que de verdad busque con ahínco algún objetivo en esta vida, es el que lo merece. No quiero decir que tenga que conseguirlo, eso depende de otros factores, pero sí se lo merece; y si lo consigue, hay que respetárselo, y no criticárselo. Lo ha buscado, lo ha conseguido, y se lo merece. Punto.
Estamos viviendo en unos tiempos en los que a todo aquel que
triunfa, se le envidia y critica por lo bien que le va en la vida frente a
otros que no han tenido suerte, o sencillamente, no la han buscado, por lo que
deambulan por esta vida con mas pena que gloria. Deberíamos promover y premiar ciertos
valores como el emprendimiento, la voluntad, el sacrificio, el trabajo, en
definitiva; premiar todos esos valores tan denostados últimamente, sin
menoscabo de que a aquellos que no han tenido tanta suerte, se les pueda ayudar
a sobrellevar mejor esa situación. Una sociedad, en la que se castiga el
esfuerzo, y se premia a aquel que no hace nada, por el hecho de no haber tenido
suerte, no tiene ningún futuro. Ninguno.
Como habréis podido comprobar, solo he hablado de los sueños
o propósitos profesionales, o laborales, pero no todos los sueños se refieren a
lo profesional, hay mucha variedad de sueños, está el viajar, el ayudar a
los demás, el mejorar como persona, etc… y otras muchas posibilidades que se
pueden cumplir, que no hay espacio en este post para enumerarlos. Pero todos
tienen en común, que hay que trabajarlos, hay que esforzarse, sacrificar algo
para conseguirlo, tiempo, dinero, o cualquier otra cosa de valor que invertir
en ese objetivo. No hay sueño cumplido sin esfuerzo. Es lo que hay.
¡Hasta la próxima!