Como ya dije en mi primera publicación, (si quieres leerla de nuevo, pincha aquí) soy abuelo, y me siento abuelo. Joven, pero tengo nietos. Por eso, esta publicación la escribo en primera persona. Mi tiempo de nieto, pasó hace muchos años, incluso mi tiempo de hijo terminó también, ahora soy padre, y abuelo, que es lo que toca. Por eso, todo lo que leo en internet sobre los abuelos, y todo lo que experimento en persona, sobre los yayos, lo tengo que explicar aquí, como propio. Ahí va.
Los abuelos somos los transmisores de nuestra historia familiar, y también del valioso legado del pasado. A menudo, relegan nuestro papel a la mera función de canguros, debido a las grandes dificultades que hay para conciliar vida laboral y familiar; pero eso si, somos unos canguros de lujo, pues el amor que aportamos a los niños que cuidamos, nuestros nietos, está asegurado. Pero el papel de los abuelos es mucho mas enriquecedor, los abuelos somos para los niños, un excelente cómplice con quien aprender grandes lecciones sobre la vida.
Los abuelos influimos en las vidas de nuestros nietos, mas de lo que piensan. Les cuidamos y les contamos cuentos en la infancia, les cantamos canciones de nuestra juventud, les hablamos de nuestros tiempos, intercedemos por ellos ante sus padres, o les aconsejamos en las turbulencias de la adolescencia y la juventud. Todo eso cala en nuestros nietos y lo recordarán toda su vida.
El carácter, las creencias y los valores de nuestros hijos, dependen de la forma en que nosotros les criamos, y eso también se lo transmiten a sus hijos. Habitualmente construimos nuestra vida en el camino que dejaron nuestros mayores, otras, por el contrario, dedicamos nuestra existencia a intentar salir de ese camino, lo cual también es una forma de influencia. Pero mas allá de este legado ancestral, la influencia de los abuelos puede sentirse en la vida cotidiana, y especialmente, en la crianza de los nietos.
No tenemos la presión de ser quienes eduquen a los nietos, esa responsabilidad les corresponde a sus padres, nosotros estamos libres de ella. Por tanto, podemos concentrarnos en quererles. Los abuelos tenemos fama de ser mas "blandos" que los padres, aunque de todo hay. Tenemos mas tiempo para dedicárselo a ellos, y la vida nos ha enseñado a valorar el contacto humano, por encima de otras cosas.
Además, hemos podido comprobar con nuestros propios ojos que los niños crecen y que las cosas no son tan terribles como algunos las pintan: el bebé que iba a “querer ir en brazos toda la vida”, el niño “que sólo come lo que le da la gana”, la niña “que es lista pero no se esfuerza”, el adolescente huraño... son ahora padres o madres trabajadores y responsables. Por eso, cuando vemos eso en nuestros propios nietos, lo vemos de otra manera, con otros ojos, somos mas permisivos, porque sabemos que cambiarán cuando sean mas mayores. Según ciertas teorías, esa blandura de los abuelos, hace que los niños pequeños reserven para sus padres las peores rabietas, y muchas veces tratan a sus abuelos, con un gran respeto.
Después de los padres, los abuelos somos los primeros adultos con los que se relacionan los niños, y con nosotros, esos niños conocen por primera vez, otras formas de pensar y de vivir, y aprenden a tolerarlas y apreciarlas. En muchas ocasiones, los abuelos también representan el primer contacto de un niño, con situaciones vitales como la enfermedad, la demencia, la soledad, o la muerte, y de los cuales aprenden lecciones importantísimas para sus vidas.
Seguimos viviendo en la memoria de quienes nos conocieron y amaron. Vivimos, en cierto modo, mientras alguien nos recuerde. Tú puedes dar a tus padres y abuelos una nueva vida. Incluso los niños que no tuvieron la oportunidad de conocer a sus abuelos en persona pueden conocerlos en la historia y mantenerlos vivos en el recuerdo.
Los padres tenéis muchas oportunidades para contar historias maravillosas a vuestros hijos, sobre sus abuelos; en lugar de empezar por "Erase una vez...", empieza por "Cuando yo era pequeña...", o quizá, "Cuando yo nací, tu abuelo Juan..."; con eso, le estaréis haciendo un homenaje a los abuelos, dándole una nueva vida, y a vuestros hijos, les estaréis haciendo un regalo inolvidable.
¡¡Hasta la próxima!!
P.D: Es justo que diga, que este artículo, se ha basado en las lecciones que da el Doctor Carlos González, pediatra y autor de varios libros sobre crianza, alimentación y salud infantil, y licenciado en medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona, y que se formó como pediatra en el Hospital de San Joan de Déu de Barcelona.
En nuestro caso no sé si llegaremos a ser abuelos, pero tengo claro una cosa, que mi vida no va a girar entorno a mis nietos. Espero dedicarles tiempo de calidad pero no, como veo demasiado a menudo, un trabajo de canguro. Transmisores de nuestra cultura de nuestra tradición si. Pero sin abusos. En la consulta veo verdaderas explotaciónes, y aveces a los abuelos los libero de tanta carga poniendo cuidadoras a los padres y organizando un poco los tiempos...los abuelos no pueden ser comodines, siempre disponibles y dejándolo todo a disposición de sus hijos, también tienen una vida propia o la deberían tener y los nietos deben saber que sus abuelos (y tb sus padres) tienen cosas más importantes que ellos.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, Mari Paz, pero a veces no hay mas remedio que ejercer de canguros pues la economía manda y la conciliación familiar, queda muy bonita sobre el papel, pero luego es casi imposible de llevar a cabo, por lo que los abuelos, ahí, tenemos un importante papel que jugar, y no se puede hacer de otra forma, aunque eso si, sin abusar. Gracias por tu comentario.
Eliminar