Érase una vez, en algún lugar no muy lejos de aquí, y no hace mucho tiempo, un hombre que pensaba que tenía el don de detectar cuándo le querían engañar. El estaba seguro de que cuando alguien le quería robar, o defraudar, tenía la habilidad de darse cuenta, y así, podía evitarlo. Se enorgullecía de ello, y hasta ese momento, nadie había podido timarle. Y lo habían intentado, con correos de phishing, con WhatsApp fraudulentos, o con páginas web falsas, pero él era listo, no había caído en las trampas.
Jajajajaj, es imposible que me engañen, yo soy mas listo que
cualquier ladronzuelo de tres al cuarto-.se decía a sí mismo, altanero y
arrogante. Y sus risas se escuchaban a kilómetros de distancia.

Todas las mañanas se sentaba delante del ordenador, y veía como iban sus inversiones. En una ocasión, se enteró que podía invertir en criptomonedas, pues se podía ganar mucho dinero, aunque también perderlo. Pero él no iba a perder, en todo caso salir igual pero nunca perder, ¡quien iba a ser capaz de timarle a él! Jajajajaj. Y se propuso invertir una pequeña cantidad, para no arriesgar mucho. Y ahí que se metió. Invirtió 300 euros en bitcoin, y se dispuso a vigilar la inversión.
Y los días pasaban y
el, cómo era su costumbre, comprobaba sus ganancias o pérdidas. La verdad es
que no le iba mal al principio, y sus monedas se revalorizaban, pero este
mercado es muy voluble y lo que hoy sube, mañana baja, así que mantuvo sus
posiciones y se dedicó a observar.
En esas estaba, cuando de pronto vio en Facebook, un
contacto de una chica experta en criptos, que le solicitaba amistad. Nuestro
hombre pensó que le podría venir bien una entendida en el asunto, así que le
aceptó la amistad. Y se puso a conversar con ella. Y ella, por su experiencia
le aconsejó que invirtiera en una página concreta, cuya dirección web le facilitó,
y ahí podría ganar mucho dinero. El, cuando acabó de charlar con ella,
investigó en ese sitio, y vio que podía ser verdad, por lo que contactó con los
gestores de la página web, y acabó de convencerse. Empezaba invirtiendo poco
dinero, y cada día que pasaba se iba incrementando de forma exponencial. Y
cuando quería retirar fondos podía hacerlo con toda tranquilidad. Y dicho y
hecho. Cogió de sus fondos en criptodivisas, e invirtió los 300 euros que tenía
en bitcoin. Y pasada una semana ya podría empezar a retirar fondos.
Se puso en contacto con su amiga de Facebook, y le dijo que había invertido en la página que ella le aconsejó, a lo que ella le respondió, que no se arrepentiría. Una sonrisa muy ancha esbozó nuestro hombre dándose cuenta de que estaba haciendo un gran negocio. Al día siguiente de la inversión, los 300 euros se habían convertido en 500, y él, dándose cuenta de la gran revalorización que iba a tener su dinero, se puso a pensar en cuanto iba a ganar en los siguientes días. En el segundo día, al ver la página web de su inversión, comprobó que ahora tenía 900 euros, por lo que su imaginación se disparó, y empezó a pensar lo que iba a hacer cuando cobrara ese dinero. El tercer día, llegó a los 1600 euros, y es cuando empezó a pensar a lo grande, y comenzó a buscar donde se iría de vacaciones. El cuarto día, cuando vio que la suma ascendía a los 3000 euros, se puso a mirar coches de alta gama pues el no se merecía otra cosa. Y lo pagaría al contado, jejejejejej, reía el malévolamente. El quinto día, la suma ascendió a 5000 euros, por lo que empezó a mirar casas residenciales, en alguna zona privilegiada de la ciudad. Así fueron pasando los días, y la suma empezó a tener cinco cifras. Se cumplió la semana y le ofrecieron la posibilidad de retirar fondos, pero el, haciendo sus números, comprobó que podía ganar más dinero manteniéndolo invertido, y decidió dejarlo que fuera rentando mas tiempo.

La cifra, con el paso de los días, se fue incrementando, y alcanzó los seis dígitos, por lo que nuestro hombre, decidió retirar ya una cantidad moderada, y dejar un remanente, para que siguiera generando mas dinero. Se puso en contacto con la página web, y les solicitó retirar fondos. Enseguida le contestaron que sí, que sin ningún problema. Tenía que ingresar una cantidad, que suponía el 2 por ciento de lo que quería retirar, y luego le ingresaban el dinero, en criptos, en su monedero electrónico. Nuestro hombre no entendió la pega que le estaban poniendo, y les dijo que se lo descontaran de lo que tenía que recibir, y asunto arreglado. Pero los gestores del sitio web, le dijeron que esa no era la política de su negocio, primero tenía que pagar, y luego recibir sus ganancias. El, no conforme con la postura de la página web, quiso consultárselo a su amiga de Facebook, y ella se lo corroboró, por lo que nuestro hombre pudo darse cuenta de que para cobrar tenía que pagar, y no era poco.
Estos me van a oír, y les voy a decir cuatro cosas bien
dichas-. Se decía a sí mismo, muy enfadado. Se sentó delante de la pantalla de
su ordenador, se metió en Google, y tecleó el nombre de la página web. Después
de un momento pensando, salió una pantalla en blanco con un número 404
diciéndole que había un error, que no existía esa página. Volvió a escribir el
nombre del sitio, y se repitió la misma operación. Nuestro hombre se quedó
ojiplático. Rápidamente su cabeza pensó, e inmediatamente se le ocurrió hablar
con su amiga del Facebook, para que le explicara que podía haber pasado. Y así lo
hizo. Entro en el Face, y buscó el contacto de su amiga. Por el Messenger, le
escribió un privado, diciéndole lo que le había pasado, y cuando acabó de
escribir, después de pulsar Intro, le surgió en pantalla un texto que decía:
‘Este contacto te ha bloqueado.’
¡Se le quedó cara de gilipollas! Fue entonces cuando se dio
cuenta de lo que había pasado. Le habían estafado. Tan listo que se creía, y
unos mocosos se la habían jugado. A pesar de seguir intentándolo, siempre daba
error. Todo había sido minuciosamente preparado, y la ‘amiga’ y la página web
estaban confabulados. Y nuestro hombre, se quedó sumido en un mar de
desolación, tanto que se las daba de que tenía el don de evitar los fraudes, y
había sido víctima de uno. Su castillo de naipes se había derrumbado movido por
el viento.
Y lloró amargamente.
¡¡Hasta la próxima!!
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